La muerte


En esta pobre aldea donde la vida es amarga,
El triste campo de muerte, de aspecto maldito,
Viene a mostrar las lágrimas del ciprés y del tejo
¡Al alma del caminante que palidece y se oprime!

Allá, a la vista de esas tumbas, en el lastimoso capitel,
Donde los ricos se duermen bajo la engañosa gloria,
Pero acá unas frágiles cruces, indicación tan natural
¡Del sitio donde el pobre ha terminado la miseria!

En la ciudad donde siempre se desborda el placer,
Donde la abundancia obvia al más simple deseo,
¡La muerte no es el fin de la esclavitud!

Pero en la triste aldea, donde duerme el desánimo,
¡Oh! ¡la muerte no sabría como venir tan rápidamente!...
¡Y por tanto en la ciudad, se muere como en la aldea!


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