Los movimientos políticos y Los Viajes Extraordinarios - Ariel Pérez
El ciclo de Los Viajes Extraordinarios cubre una región histórico-geográfica de sorprendente amplitud. Del mercantilismo de la Bay Hudson Company a la insurrección musulmana de Kachgar y a la expedición inglesa contra Herat; de la trata portuguesa en el Congo hasta la erupción antialemana en Livonia; de la Guerra de los Taiping a las luchas nacionales de los húngaros, transilvanos y búlgaros; de la venta de la Alaska rusa a la rebelión de los cipayos; de la insurrección maorí al movimiento nacional irlandés; de la guerra de independencia griega a la Guerra de Secesión; de la agitación de los senusitas al reparto de Magallanes, es toda la historia de los movimientos populares y de las crisis políticas del siglo XIX.
Con estas palabras comienza Jean Chesneaux el último capítulo de su libro Una lectura política de Jules Verne. Y es precisamente este libro el que tomaremos como apoyo esencial para el desarrollo del presente artículo. Chesneaux no sólo nos adentra en la complicada madeja política francesa del siglo XIX, sino que nos hace partícipe de sus teorías sobre el interés de Verne en dejar constancia a través de sus libros de algunos de los más connotados hechos políticos y algunas de las más representativas luchas populares ocurridas, en ese siglo, en los cinco continentes.
Según los especialistas de la obra del autor galo, Los Viajes Extraordinarios pueden ser divididos en dos grandes partes. La primera se ubicaría desde 1863 hasta 1879, y la segunda desde ese momento hasta 1905, año en que Verne muere. O sea, la primera parte estaría formada por dieciocho de los libros pertenecientes a la famosa colección, comenzando con Cinco semanas en globo y finalizando en Las tribulaciones de un chino en China. La segunda etapa (la más voluminosa, con un total de cuarenta y cuatro novelas) abarcaría entonces desde Los quinientos millones de la Begún hasta La aventura de la misión Barsac, el último de los Viajes Extraordinarios. Si bien en la primera etapa nos enfrentamos a un Verne optimista, confiado en la ayuda que las máquinas le proporcionan al desarrollo de la humanidad, en la segunda etapa vemos a un Verne diferente, un Verne pesimista y muy preocupado de los posibles efectos negativos que pudiesen tener las máquinas para la vida de los seres humanos. Por tanto, no resulta nada sorprendente el hecho de que sea en el transcurso de esta última etapa donde Verne toma partido y amplifica en boca de sus personajes muchas de sus propias posiciones e ideas políticas.
De acuerdo a Chesneaux, los primeros trabajos de Verne están influidos por lo que él define como socialismo romántico, que no es más que aquel movimiento que aparece tras la Revolución francesa al abrigo de la estabilidad napoleónica, y cuyos elementos definitorios son su fe en el hombre y en el progreso. Jules Verne, un joven de veinte años vive los fragores de la Revolución de 1848 y de ella se impregna del romanticismo, un movimiento permeado de un gran fervor por el progreso, avivando en él su sentimiento en pro de la libertad y en contra del despotismo. Verne asumirá todo lo que de ella se deriva e intentará, desde ese momento, permanecer fiel a sus principios. Estas son las influencias que hacen que luego Verne apoye las luchas sociales como resultado de una lucha de liberación nacional, que esté siempre a favor de la abolición de la esclavitud, que crea en la fraternidad entre los individuos de la especie humana y en la unión entre los pueblos.
Sin embargo, en los trabajos vernianos que comenzaron a aparecer a partir de la década del ochenta se respira otra atmósfera. Y es aquí donde Chesneaux esgrime su tesis sobre “el individualismo libertario”. Es a partir de este momento cuando aparece un mayor interés hacia las cuestiones políticas y sociales, y un cierto pesimismo hacia la consecución de los ideales socialistas románticos, como podrían ser el papel de la ciencia y de la industria en el progreso de la humanidad, lo cual llevó a Verne a adoptar posturas cada vez más radicales, más rebeldes y más individualistas. Sus personajes se vuelven cada vez más solitarios y reticentes al contacto con la sociedad. La ciencia, por último, ya no busca su utilidad social sino que se convierte en una aliada del poder, tanto económico como político.
Las luchas de liberación nacional
Ya desde su primera obra, Cinco semanas en globo, Verne comienza a hacer mención de las luchas populares, cuando hace alusión, casi al final de la obra y de forma rápida, de la lucha de resistencia de diez años de Al-Hadji, en contra de las tentativas francesas por conquistar Senegal.
Quizás la novela más ilustrativa en este sentido lo es
Familia sin
nombre, que en ocasiones es marginada y relegada a un segundo
plano, lo cual constituye, a juicio de este redactor, una mala
interpretación de esta excelente novela que deviene una oda a la
lucha de independencia de los pueblos. La historia de la novela gira en
torno a la rebelión armada de los francocanadienses contra las
autoridades inglesas en 1837. Dos jóvenes patriotas canadienses
tratan de expiar la traición cometida por su padre años
antes. Verne novela la historia al introducir una bella historia de
amor entre la hija de uno de los patriotas y uno de los hijos del
infame traidor, que además se convierte en el líder de la
rebelión, pero esto no oculta en modo alguno el tema central de
la novela, que sigue siendo la descripción de la lucha popular
de los francocanadienses por la liberación del yugo
inglés. A lo largo de toda la novela se nota la simpatía
de Verne por la lucha de estos patriotas y al final de la historia,
luego de escribir uno de los finales más románticos de
todo su ciclo novelístico, dice: Si las insurrecciones
habían abortado, no puede negarse que hubieron de sembrar el
germen de las reformas que había de fructificar andando el
tiempo, y los patriotas no vertieron en vano su sangre para recuperar
sus derechos. ¡Qué esta lección sirva de ejemplo
para cualquier país a quien incumba el deber de conquistar su
independencia!
.
Matías Sandorf y El piloto del Danubio son otros dos ejemplos de novelas donde Verne refleja el movimiento de las luchas de liberación nacional. En el primer caso es el joven aristócrata húngaro Matías Sandorf el líder del movimiento nacional húngaro por la independencia, llegando incluso a preparar, junto a sus amigos, una conspiración contra la monarquía austro-húngara. Luego de varios años de cárcel, logra escaparse y comienza a vengarse al igual que lo hiciera el famoso Edmundo Dantés de Alejandro Dumas. En El piloto del Danubio, Verne se hace eco de la lucha de liberación de los búlgaros. Para culminar el listado de novelas donde Verne hace alusión a luchas nacionales de liberación tenemos: la guerra griega de independencia, entre 1820 y 1825 (El archipiélago en llamas), el movimiento nacional irlandés, de 1850 a 1880 (Aventuras de un niño irlandés), el movimiento para la renovación eslava en las provincias bálticas (antiguamente germanizadas) de Rusia (Un drama en Livonia), el movimiento nacional noruego entre los años 1870 y 1900 (Un billete de lotería) y el movimiento nacional escocés en El rayo verde y Los hijos del capitán Grant.
Los ecos de la Guerra de Secesión
Hacia 1860 estalló en Estados Unidos la llamada Guerra de Secesión, una confrontación civil entre los esclavistas y los abolicionistas que duró cinco largos años, dándole finalmente el triunfo a los antiesclavistas. Esta constituye una fase importante de la historia americana y como tal no es indiferente a la atención de Jules Verne. Muchas de las novelas de Verne fueron escritas con este tema como trasfondo.
El comienzo de La isla misteriosa tiene como trasfondo la Guerra de Secesión. Los cinco náufragos del aire eran todos americanos que habían quedado cautivos, fuese por una razón o por otra, en Richmond, Virginia, en el momento en que ocurría esta guerra civil. El ingeniero Ciro Smith y el periodista Gedeón Spilett habían sido hecho prisioneros, mientras el marinero Pencroff y el joven Harbert Brown, que habían llegado a principios de año a la ciudad, finalmente habían quedado cautivos luego de que se declarase el sitio de la ciudad. Todos ellos escaparon de Richmond en 1865 en un globo que luego encalló en la costa de una isla abandonada en el Pacífico Sur, poco antes de que finalmente triunfase la causa del norte abolicionista.
El Gun-Club de Baltimore, estado de Maryland constituyó una importante fábrica de armas de fuego durante las confrontaciones de la guerra civil de los años sesenta. Una vez terminada la misma, los miembros del club se sumieron en una ociosidad profunda, Fue entonces cuando su presidente, Impey Barbicane decide la construcción de un cañón capaz de enviar a la Luna un proyectil. Esta es el tema sobre el cual gira la famosa novela De la Tierra a la Luna, donde también Verne vuelve a usar esta guerra civil como punta de lanza de su nueva historia. Algunos años después, en el cuento Los forzadores de bloqueos, la razón del relato es nuevamente la Guerra de Secesión. Sin ella, el capitán James Playfair no habría cruzado el Atlántico para ir a intercambiar su cargamento de armas por algodón, material que se había convertido en algo raro en Inglaterra, debido a la guerra norteamericana.
Pero ninguna de las obras anteriores tiene como tema central la Guerra de Secesión. En todas ellas la guerra se usa como punto de partida y motivo de la historia. Pero Verne escribió - era lógico que lo hiciese - una novela completa dedicada a esta guerra civil. Se trata de Norte contra Sur. En ella Verne relata como la granja de un campesino abolicionista, situada en el sur, es saqueada por un grupo de personas lideradas por un antiguo contrabandista de esclavos.
Los conflictos del Viejo Mundo
De las novelas desarrolladas en Europa fue,
sin dudas, Miguel
Strogoff la que mayores tintes políticos exhibió. El
tema de la novela gira en torno a la invasión de las hordas
tártaras a las provincias siberianas, poniendo de manifiesto
todos los problemas que surgieron a mediados de la década de los
sesenta entre Rusia y los emiratos del Asia Central. Al comenzar una de
sus mejores novelas, Verne nos describe el conglomerado de razas que
distinguían a todo el territorio ruso, conformado por la Rusia
europea y la Rusia asiática, y nos hace ver que este es uno de
los grandes motivos de las diferencias entre los diferentes
países, cuando dice: En efecto, en este vasto imperio que
tiene una extensión de doce millones de kilómetros
cuadrados, no puede haber la misma homogeneidad que caracteriza a los
países de la Europa occidental. Necesariamente existe entre los
diversos pueblos que lo componen algo más que matices (...)
vasto imperio poblado por más de setenta millones de habitantes
que hablan treinta idiomas diferentes. Allí domina
indudablemente la raza eslava, pero además de los rusos
comprende a los polacos, los lituanos y los curlandeses, y si a estos
se agregan los fineses, los estonios, los lapones, los chesmiros, los
chuvaches, los permios, los alemanes, los griegos, los tártaros,
las tribus caucásicas, las hordas mogolas, los calmucos, los
samoyedos, los kanchadalas y los aleutianos, se comprenderá la
dificultad de mantener la unidad de tan extenso Estado (...)
. En
este propio libro, Verne hace mención de las conspiraciones
antizaristas y del movimiento nihilista existente en Rusia, así
como también lo hace en César Cascabel y Un drama en Livonia, que
además se desarrolla bajo la complicada situación
política motivada por la lucha de las provincias bálticas
para eliminar la administración alemana de sus tierras.
Otro hecho europeo que atrapó la atención del escritor francés fue la rebelión campesina de Sandor Rosza en Transilvania en 1848, que es mencionada en su novela El castillo de los Cárpatos. La guerra de Crimea de 1854 donde Francia e Inglaterra se aliaron para luchar contra Rusia es parte esencial de Aventuras de tres rusos y tres ingleses donde un grupo de científicos rusos e ingleses ven como la guerra estalla entre sus dos países, provocando un abismo de separación entre los dos grupos. La insurrección candiota de 1868 contra la dominación turca es reflejada en Veinte mil leguas de viaje submarino, un libro al cual más adelante le dedicaremos un espacio.
Las tendencias filosóficas francesas de finales del siglo XIX
Kaw-Djer es el personaje principal de una de las novelas más
políticas escritas por Verne. Y es en En Magallanes (Los náufragos del
“Jonathan” es la versión de Michel publicada
originalmente) donde el escritor francés comienza a dar rienda
suelta a todas sus ideas y a todo aquello que había leído
en sus largas horas de estancia en la Biblioteca Nacional en sus
años de juventud. Esta influencia además de los progresos
que en la década del ochenta había hecho en París
la propaganda de las sociedades socialistas hacen que Verne se sienta
libre para discutir las tendencias ideológicas de moda en la
época, es decir las ideas del colectivismo, de la
socialización de los medios de producción y de la
sustitución de la propiedad privada. Verne dice: Kaw-Djer
pertenece a esa categoría social de anarquistas intransigentes
que llevan sus doctrinas hasta las últimas consecuencias. De
gran valor, habiendo estudiado profundamente tanto las ciencias
políticas como las naturales, hombre de coraje y de
acción, estaba resuelto a poner sus subversivas teorías
en práctica, no sería el primer sabio que se haya
instruido sobre los abismos del socialismo, y los nombres de algunos de
esos reformadores están aún en la memoria de la
gente
.
Entonces Verne analiza el pensamiento de Saint-Simon, de Fourier, y
de Proudhon y dice: Otras ideologías más modernas no
han hecho más que retomar esas ideas de colectivismo,
apoyándolas en la socialización de los medios de
producción, la extinción del capital, la abolición
de la concurrencia, la sustitución de la propiedad individual
por la propiedad social. Y ninguno de ellos ha tenido en cuenta las
contingencias de la vida. Su doctrina reclama una aplicación
inmediata y brutal; exigen la apropiación en masa, imponen el
comunismo universal, y es tanto así que no sólo son las
banderas alemanas de los Lasalle y de los Karl Marx las que se han
ondeado. Tal es el caso de Guesde, el jefe del comunismo anarquista que
demanda la expropiación en masa. Y esos peligrosos
soñadores lo manifiestan delante de las atribuladas poblaciones,
blandiendo una fórmula que resume todo: Expropiación de
la burguesía capitalista (...) ¿Pueden ellos ignorar que
eso que ellos llaman robo merita el justo nombre de economía y
que es la economía el fundamento de cualquier sociedad?
.
Jules agrega a lo largo del manuscrito infinidad de pasajes
políticos como: el colectivismo es un régimen que la
bajo la bandera de la solidaridad es el más tiránico de
todos
, el comunismo sería sólo aplicable si todos
los hombres tuviesen las mismas ideas sobre todas las cosas, los mismos
gustos, las mismas aspiraciones, las mismas dosis de inteligencia y de
espíritu, de fuerza física y moral
.
Por último, Verne expresa claramente su posición
cuando Tom Land, un personaje secundario dice: cuando yo haya
economizado lo que me he ganado con mi dinero, no es para que el
camarada que ya ha utilizado el suyo venga a alimentarse con el
mío. Lo que gane o ahorre sólo es para mi o de lo
contrario yo no trabajaría más y me pondría a
vivir de lo que hacen los otros. Los que piensen otra cosa, no tienen
la menor idea de lo que es práctico y justo, y mi opinión
es que debemos encerrarlos en el fondo de la cala
. Michel, que
evidentemente estaba más a la izquierda que su padre
eliminó gran parte de estos pasajes políticos importantes
para publicar Los
náufragos del “Jonathan”.
Los hechos en el continente negro
También los movimientos políticos del continente
africano tuvieron espacio en las obras del escritor francés. En
La estrella del sur,
Verne habla de la expulsión de los bóers del territorio
de Natal por parte de los ingleses, quienes los obligan a replegarse a
Orange y Transvaal y el establecimiento de una lucha - que duró
veinte años - entre ambos bandos, así como el
descubrimiento de las minas de diamantes de Griqualandia. Al respecto
uno de los personajes del libro dice: De repente, hacia el
año 1867, se extendió el rumor de que nuestras tierras
eran diamantíferas. Un bóer de las orillas del Hart
había encontrado diamantes hasta en las deyecciones de sus
avestruces, hasta en los muros de arcilla de su granja. (...)
Inmediatamente el gobierno inglés, fiel a su sistema de
acaparamiento, con desprecio de todos los tratados y de todos los
derechos, declaró que el Griqualand le
pertenecía
.
Alrededor de la década del cincuenta se iniciaron en el
continente negro una serie de campañas humanitarias en contra de
la trata negrera que tuvieron como punto culminante el fin de la trata
mayor. En su novela Un capitán de quince años, Verne
toca este sensible punto cuando dos de los más malvados
personajes de la novela - Harris y Negoro - conversan entre sí.
En este diálogo, el primero le dice al segundo: La trata de
negros se hace cada vez más difícil, por lo menos en este
litoral. Las autoridades portuguesas de una parte, y los cruceros
ingleses de la otra, dificultan las exportaciones. Apenas en los
alrededores de Mossamedes, al sur de Angola, puede hacerse ahora el
embarque de negros con algunas probabilidades de éxito. Por ello
en este momento los barracones están llenos de esclavos,
esperando los navíos que han de conducirlos (...) me temo que
llegará el tiempo en que no pueda ejercerse la trata de negros.
Los ingleses realizan grandes progresos en el interior de
África. Los misioneros adelantan y predican contra
nosotros
.
También Verne pone sus ojos en los movimientos políticos africanos cuando en su famosa novela Matías Sandorf nos habla del desarrollo de la actividad de la secta milenarista de los senusitas en Libia y Tripolitania, que alcanzó su mayor esplendor entre los años 1880 y 1890. Luego nos hablaría en otras dos novelas - La invasión del mar y La impresionante aventura de la misión Barsac - de la penetración francesa de finales del siglo XIX en el conjunto del África negra occidental.
Lo acontecido en el Nuevo Mundo
Indudablemente, los movimientos políticos de América y en especial los de Estados Unidos atrajeron la atención de Verne, siendo varios los libros que dedica a reflejar algunos de los acontecidos del otro lado del océano. Ya se vio anteriormente la presencia de pasajes relativos a la guerra de Secesión de los Estados Unidos en algunas de sus historias. A continuación veremos otros ejemplos.
En César Cascabel, cuya historia se desarrolla de manera compartida en territorios norteamericanos, polares y rusos se menciona la venta hecha en 1867 a Estados Unidos del territorio de Alaska y de otros de la América rusa. Por otra parte, la fiebre del oro que llevó en 1897 a las tierras canadienses de Klondyke a infinidad de buscadores de oro es reflejada por el escritor en su novela El volcán de oro, historia en la cual Verne critica fuertemente la obsesión de los hombres por la búsqueda de oro.
La política del gran garrote y las presiones norteamericanas
ejercidas en América Central y el Caribe son reflejadas en
La isla de
hélice y Los piratas del Halifax. En esta última
novela Verne expresa sobre las islas caribeñas San Martín
y San Bartolomé: ¿En que condiciones se
encontrarían cuando Inglaterra, Francia, Holanda y Dinamarca
pretendieran mantener allí su pabellón? Probablemente, el
principio de la doctrina de Monroe intervendría para poner las
potencias de acuerdo, resolviendo la cuestión en provecho de los
Estados Unidos. ¡America para los americanos y nada más
que para los americanos! Ellos añadirían bien pronto una
nueva estrella a las cincuenta que en aquella época constelaban
la bandera de la Unión
.
También los movimientos políticos de la América del Sur se vieron incluidos en la obra verniana, y algunos ejemplos son: el fin del nacionalismo araucano y el establecimiento de la autoridad chilena en los Andes (Los hijos del capitán Grant), la partición de Magallanes y la Tierra del fuego entre la República Argentina y Chile en 1881 (Los náufragos del “Jonathan”) y la renuncia del emperador Pedro II de Brasil en 1889 luego de ser derrocado por una rebelión republicana (La isla con hélice).
Las insurrecciones en el Este
La insurrección de los cipayos en la India transcurrida entre
los años 1857 al 1859 y los intentos de reanimarla luego en el
norte de este país fue el movimiento asiático más
representado por Verne en sus obras. Este hecho es mencionado en tres
de sus obras: Veinte
mil leguas de viaje submarino, La isla misteriosa y La casa de vapor,
adquiriendo un papel preponderante en estas dos últimas obras.
En el caso de la primera, la rebelión toma color cuando el
rebelde capitán Nemo decide contar a los colonos de la isla
Lincoln la historia de su vida y finalmente nos enteramos de que Nemo
fue un activo participante en esta rebelión. Verne al hablar de
la participación de Nemo en esta insurrección nos relata:
En 1857 estalló la gran rebelión de los cipayos. El
príncipe Dakkar organizó el inmenso levantamiento y fue
su alma. Al servicio de aquella causa puso sus conocimientos, sus
riquezas y hasta su propia persona (...) Jamás el poder
británico en la India corrió tan grave peligro y si, como
habían esperado, los cipayos hubieran sido socorridos desde el
exterior, quizá la influencia y el dominio del Reino Unido en
Asia habrían terminado
.
La insurrección de los Taiping en China entre los años
1851 y 1864 es descrita en Las tribulaciones de un chino en China:
Nanking en 1853 y Shanghai en 1855 habían caído en
poder de los tchangmao o Taiping o sea, los rebeldes de largas
cabelleras (...) Los Taiping, que eran enemigos acérrimos de los
tártaros y que estaban perfectamente organizados para la
rebelión, pretendían sustituir la dinastía de los
Tsig por la de los Wang. Estos rebeldes formaban cuatro
ejércitos distintos, cada uno de los cuales estaba encargado de
una misión: el primero que llevaba bandera negra, mataba; el
segundo, cuya bandera era roja, incendiaba; el tercero, con bandera
amarilla, saqueaba y se entregaba al pillaje, y el cuarto, agrupado
bajo bandera blanca, aprovisionaba a los tres primeros
.
Con menos amplitud, Verne se refiere también a otros hechos ocurridos en el siglo XIX en el continente asiático como: las guerras sirias entre los años 1833 al 1839, donde Mohamed Ali rechaza los ejércitos turcos e impone la autonomía egipcia (Maravillosas aventuras del Antifer), la insurrección musulmana ocurrida entre 1870 y 1875 en el Turquastán chino (Claudio Bombarnac) y los conflictos entre los viejos y los nuevos turcos que son representados en la obra de corte humorístico Kerabán el testarudo.
Hacia las lejanas tierras de Oceanía
La novela verniana que se desarrolla durante mayor cantidad de tiempo en Oceanía es, indudablemente, Los hijos del capitán Grant. La búsqueda de Grant por parte de Lord Glenarvan, la tripulación de su yate y los hijos del capitán llevan a Verne a adentrarse en las recónditas e inhospitalarias zonas de Nueva Zelanda y Australia y es precisamente aquí donde el escritor galo aprovecha para hacernos conocedores de algunos de los hechos más importantes ocurridos por aquellos lares.
Nos habla por tanto de la fiebre del oro en Australia: Nos
acercamos al país del oro -dijo Paganel- Antes de dos
días atravesaremos la próspera región del monte
Alejandro, donde cayó en 1852, la nube de mineros, que
obligó a los naturales a huir hacia los desiertos del
interior
; de las insurrecciones maoríes contra la
dominación inglesa en Nueva Zelanda: La primera
insurrección -respondió Paganel- estalló en 1845
(...) pero mucho tiempo antes, los maoríes se preparaban para
sacudir el yugo de la dominación inglesa. (...) Guillermo
Thompson, fue el alma de aquella guerra de independencia.
Organizó hábilmente un ejercito maorí (...) Los
periódicos británicos empezaron a publicar estos
síntomas alarmantes y el gobierno inglés se
inquietó seriamente (...) En una palabra, los ánimos
estaban soliviantados, prontos a explotar. No faltaba más que la
chispa, o mejor dicho, el choque de dos intereses para producirla
y
de la liquidación de las poblaciones autóctonas
australianas y tasmanianas.
Un escritor interesado en los movimientos políticos de su época
Como ya se ha visto, los ejemplos anteriores no hacen más que resaltar la notable familiaridad del famoso escritor galo con las tensiones políticas del planeta, en particular durante la segunda mitad del siglo XIX. Verne además de basarse en algunos de los movimientos políticos más importantes del globo para escribir muchas de sus novelas, también fue uno de los escritores de avanzada en un tipo de novela que Jean Chesneaux ha nombrado “política-ficción”, ya que el autor imagina con igual placer las perspectivas políticas y sociales abiertas al futuro de la humanidad que las perspectivas científicas y técnicas, teniendo entre sus clásicos ejemplos novelas como: La isla de hélice, donde la política-ficción domina toda la obra y la sociedad artificial de Standard Island y su capital Milliard City aparece como una prolongación imaginaria de las estructuras políticas y sociales que caracterizan al gran capitalismo norteamericano de fines del siglo XIX; Las indias negras con su gran sociedad cavernícola explotando minas de carbón subterráneas en un ambiente de armonía social y alegría en el trabajo; Los hijos del capitán Grant que tiene como fondo político, el nacionalismo escocés y, por supuesto, Los quinientos millones de la Begún, que al decir de muchos pudiera ser una de las mejores obras de política-ficción escritas en el siglo XIX.
Al llegar a este punto, cabe preguntarnos, ¿permite la lectura de Los Viajes Extraordinarios llegar al pensamiento político personal de Jules Verne?, o sea a descifrar todos los secretos políticos del autor francés. La mayoría de los especialistas en el tema opinan que no, debido a que su pensamiento político, o al menos el que se conoce por sus cartas, por los testimonios de sus contemporáneos, por los actos de su vida pública, es muy contradictorio. Además, Verne se cuidaba mucho de manifestar públicamente sus pensamientos sobre política, y ya se vio que fue sólo en sus últimas novelas cuando el escritor se atrevió a adentrarse un poco más en el terreno político y a emitir ciertos juicios en boca de sus personajes. Tomemos por ejemplo su vacilación cuando Hetzel le dio el manuscrito de Los quinientos millones de la Begún escrito por Grousset-Laurie para que lo reescribiera y lo publicara bajo su nombre.
El caso más ilustrativo en este sentido surgió cuando
Hetzel y Verne intercambiaron ideas sobre el problema de la
nacionalidad del capitán Nemo (Veinte mil leguas de viaje submarino). Verne se
niega a dar un color político a la figura del capitán
Nemo y le dice a Hetzel: “No deseo dar ningún color
político a ese libro (...) el lector supondrá lo que
quiera según su temperamento (...) No quiero en absoluto hacer
política, cosa hacia la cual estoy poco inclinado, y la
política no tiene nada que ver con el libro
. Hetzel, por su
parte, quería justificar la actitud de Nemo por la lucha contra
la esclavitud, pero Jules se mantiene firme y dice que Nemo hunde el
barco inglés sólo porque es provocado. Un poco más
tarde cuando la novela está casi terminada, escribe: Si yo no
pudiese explicar su odio, o bien guardaría silencio sobre la
causa de ese odio como sobre toda la existencia del protagonista, su
nacionalidad, etc., o bien, si fuera necesario, cambiaría el
desenlace
y entonces Jules hace una contrapropuesta al pretender
hacer del capitán un señor polaco cuyas hijas fueron
violadas, su mujer asesinada a hachazos, su padre muerto bajo el Knut,
un polaco cuyos amigos perecieron todos en la Siberia, y cuya
nacionalidad desapareció bajo la tiranía de los rusos.
Hetzel entonces se niega por temor a perder la difusión de sus
libros en Rusia. Finalmente, como se recordara, Nemo no recibe su
identidad en esta novela y sus orígenes permanecen desconocidos
hasta que, unos años después, el rebelde capitán
del Nautilus recibe su identidad política en uno de los
últimos capítulos de La isla misteriosa.
Entender el pensamiento político de Verne requeriría aun de mucho estudio, y habría que estudiar tanto su obra, como las cartas que escribió. Por el momento, sólo podemos, con lo que tenemos, elaborar algunas conclusiones y acercarnos a algunas de sus ideas, pero no llegaremos a conocer las reales posiciones de un hombre que se llamaba a sí mismo, “el más desconocido de los hombres”.
Bibliografía consultada
- Une lecture politique de Jules Verne, por Jean Chesneaux. Publicado en 1971, en París por la editorial Maspero.